Me ha parecido interesante trasladaros el Editorial del periódico “Heraldo de Soria” de hoy 20 de marzo de 2009 titulado La nueva generación de padres:
“Ser padre ya no es lo que era y debe asumirse así puesto que los estereotipos acuñados hasta ahora no son los que van a regir en el futuro. El Día del Padre debería implicar una reflexión sobre la labor del hombre, ya no sólo sobre su labor en casa y en la relación con la mujer y los hijos, sino en el seno de la propia sociedad y en su papel de transmisor de los nuevos valores, partiendo de él mismo como espejo para las nuevas generaciones. Si la mujer está evolucionando en su escalada hacia la igualdad, y de cara a todos los 'Días de la Mujer Trabajadora' se exponen los datos que van facilitando este acercamiento, el hombre y el padre no pueden estar fuera de esta escena, si bien, en ocasiones, parece que la situación de privilegio que ha mantenido hasta la actualidad le impide reaccionar en un hábitat cambiante.
Su actualización a escenarios con cuestiones como la relación con un número creciente de mujeres en puestos laborales de importancia, de conciliación familiar y laboral, de mayor interacción en el ámbito filial, de incremento de participación en las labores domésticas, de total respeto por la madre y la mujer, y de su puesto en las familias con padres separados, merece un compromiso integrador tácito. Pero socialmente, tan importante como su intervención activa aún dominante en los roles de esta sociedad variable, es la nueva educación de sus hijos con esos mismos valores que están transformando al nuevo hombre y del padre. Los hombres se involucran cada vez más en el cuidado y la educación de los hijos. Pasaron esos tiempos en los que los padres no sabían lo que era dar de comer a los pequeños, bañar al bebé, y mucho menos cambiar un pañal; estos ejemplos forman parte ya sólo de la anécdota y no pueden ser utilizados para dar fe de padre moderno. Esto ya tendría que darse por hecho. Los nuevos progenitores deben ir más allá. Aún no son muchos pero cada vez son más los varones que adquieren el compromiso integral de la paternidad militante, aunque son poco valorados. Piden 'bajas paternales' y excedencias para disfrutar de los hijos, y comienzan a plantearse, más que ser un padre bueno, ser un buen padre, lo que exige un perfil de nuevo cuño en el siglo XXI. Son principios a convertir en un legado determinante para la sociedad que queremos transformar y de la que serán protagonistas nuestros hijos y los suyos...”
“Ser padre ya no es lo que era y debe asumirse así puesto que los estereotipos acuñados hasta ahora no son los que van a regir en el futuro. El Día del Padre debería implicar una reflexión sobre la labor del hombre, ya no sólo sobre su labor en casa y en la relación con la mujer y los hijos, sino en el seno de la propia sociedad y en su papel de transmisor de los nuevos valores, partiendo de él mismo como espejo para las nuevas generaciones. Si la mujer está evolucionando en su escalada hacia la igualdad, y de cara a todos los 'Días de la Mujer Trabajadora' se exponen los datos que van facilitando este acercamiento, el hombre y el padre no pueden estar fuera de esta escena, si bien, en ocasiones, parece que la situación de privilegio que ha mantenido hasta la actualidad le impide reaccionar en un hábitat cambiante.
Su actualización a escenarios con cuestiones como la relación con un número creciente de mujeres en puestos laborales de importancia, de conciliación familiar y laboral, de mayor interacción en el ámbito filial, de incremento de participación en las labores domésticas, de total respeto por la madre y la mujer, y de su puesto en las familias con padres separados, merece un compromiso integrador tácito. Pero socialmente, tan importante como su intervención activa aún dominante en los roles de esta sociedad variable, es la nueva educación de sus hijos con esos mismos valores que están transformando al nuevo hombre y del padre. Los hombres se involucran cada vez más en el cuidado y la educación de los hijos. Pasaron esos tiempos en los que los padres no sabían lo que era dar de comer a los pequeños, bañar al bebé, y mucho menos cambiar un pañal; estos ejemplos forman parte ya sólo de la anécdota y no pueden ser utilizados para dar fe de padre moderno. Esto ya tendría que darse por hecho. Los nuevos progenitores deben ir más allá. Aún no son muchos pero cada vez son más los varones que adquieren el compromiso integral de la paternidad militante, aunque son poco valorados. Piden 'bajas paternales' y excedencias para disfrutar de los hijos, y comienzan a plantearse, más que ser un padre bueno, ser un buen padre, lo que exige un perfil de nuevo cuño en el siglo XXI. Son principios a convertir en un legado determinante para la sociedad que queremos transformar y de la que serán protagonistas nuestros hijos y los suyos...”
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